Un artículo desde la página de su Cátedra de Columbia. Aquí se explica mejor el hombre:
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Antes de acusar a los empresarios de practicar la discriminación, sin embargo, recordemos que el hecho de que los feos cobren menos no significa necesariamente que haya discriminación. Para entender el origen de la prima de belleza, los economistas Mark Mobius y Tanya Rosenblat de Harvard han realizado el siguiente experimento: Se reúne a un grupo de gente y, a cada uno por separado, se le presenta un problema complicado. Antes de que lo resuelva, se le pide que prediga cuánto va a tardar en resolverlo. Un jurado evalúa la belleza física de cada uno de los participantes y se comparan las soluciones entre guapos y feos.
Resultado: feos y guapos solucionan el problema a la misma velocidad. Lo sorprendente es que, antes de resolverlo, los guapos aseguran que lo podrán solucionar mucho más rápido. Es decir, son igual de listos pero tienen una mayor confianza en sí mismos. En la medida que el mercado laboral valore la autoconfianza como un atributo deseable en un trabajador –y eso es muy importante en puestos de responsabilidad, gestión y liderazgo- los guapos tenderán a cobrar más, no porque haya discriminación sino porque la belleza es un reflejo de la autoconfianza.
Otro estudio de Pietro Cipriani y Angelo Zago de la universidad de Verona llega a resultados distintos: tras comparar las notas obtenidas por centenares de jóvenes en exámenes escritos, donde el profesor no sabe la cara que tiene el estudiante, resulta que los guapos sacan mejores notas que los feos. Si esto es así, la gente atractiva cobra más, no sólo porque tiene más confianza sino porque, además es más lista y, por lo tanto, más productiva.
Pero, ¿cómo? ¿Los guapos son más listos? ¿Cómo puede ser? Una posible explicación la encontramos en el patriarca de la dinastía Rothschild, don Mayer Rothschild, quien a finales del siglo XVIII fue famoso por dos cosas. La primera, por el imperio financiero que lo hizo enormemente rico. La segunda, porque era espantosamente feo. ¡Oh! ¡Que feo era el tío! Miren si era feo que para evitar que sus descendientes tuvieran su repugnante físico, utilizó su vasta riqueza para conseguir que sus cinco hijos se casaran con las mujeres más bellas de Viena. Su esperanza era que, cruzando sus genes con los de la de gente guapa, sus nietos serían un poco menos desagradables a la vista. Parece que el hombre consiguió su objetivo porque, pasados dos siglos, los Rothschild siguen siendo ricos… pero ya no son famosos por su peculiar monstruosidad.
El “efecto Rothschild” es más general de lo que parece: por todas partes hay mujeres guapas que se casan con hombres feos pero listos (ya que su inteligencia los ha convertido en ricos, poderosos y atractivos en el mercado matrimonial). Si los hijos de estas parejas son listos como el padre y guapos como la madre, las estadísticas tenderán a mostrar que la gente guapa es más inteligente, cosa que explicaría la prima de belleza.
El problema es que, para que esta teoría funcione se necesita que el hijo de un señor listo y una señora guapa salga con la inteligencia de él y la belleza de ella pero las leyes de la genética no funcionan así. Cuando a Albert Einstein se le propuso tener un hijo con Marilyn Monroe para crear el niño perfecto, él exclamó: ¡cómo será el pobre chaval si sale con su cerebro y mi cara!
La clarividencia de Einstein hace que la paradoja de la prima de belleza siga sin estar resuelta, pero demuestra que don Mayer tuvo mucha suerte porque sus herederos podrían haber salido tontos y feos. A lo mejor la lección es que, más que listo o guapo, lo importante es tener la suerte de los Rothschild.
Vamos que lo que dice el tío es que ceteris paribus y en promedio los guapos tienen más confianza, y como la personalidad vence al intelecto muchas veces, pos eso.
Sin embargo el está dando clases en Columbia y no lleva una corbata de cáñamo.
Eso debe ser una paradoja, pero en este caso social. La mayoría de la gente es tirando a normalita, y no tienen la suficiente confianza para hacer lo que tienen que hacer.
Hay que elevar el nivel de belleza de la población, y así resurgirá esa nueva confianza en nuestras posibilidades que iba a traer Rajoy.